Alianzas para mejorar la vida de las personas 

Si bien el 88% de las organizaciones aportan financiamiento para impulsar proyectos educativos a través de mecanismos de inversión social privada (ISP), pareciera ser que no es suficiente, ¿Por qué?. ¿Cómo hacer para potenciar esa inversión y que más jóvenes puedan acceder a una educación de calidad? Análisis de Natalia Jasin, fundadora y directora de Bounty EdTech.
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Natalia Jasin, fundadora y directora de Bounty EdTech

(LATAM) En 2015, la Organización para las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos. Entre los 17 objetivos, encontramos prioridades para que el mundo sea un lugar mejor, pero también para construir sociedades más justas. No se trata sólo de una agenda que permite saber a dónde queremos llegar, sino que también ofrece coordenadas sobre cómo hacer para lograrlo. 

Uno de los mayores desafíos en América Latina es garantizar el derecho a la educación, no sólo en lo que refiere al acceso, sino también a la calidad. Otro aspecto que toma cada vez más relevancia, es cómo la educación prepara a los estudiantes de hoy para un mundo que cambia aceleradamente, a partir del avance cada vez más disruptivo de las tecnologías digitales. ¿Qué mundo les espera a los jóvenes? ¿Cómo van a generar valor? ¿Qué problemáticas sociales deberán resolver para no dejar a nadie atrás? 

La generación de alianzas estratégicas resulta fundamental para ir sosteniendo compromisos que movilicen los recursos necesarios para alcanzar los objetivos que nos proponemos. No se trata de que los Estados por sí solos generen políticas públicas para responder a estas preguntas, sino de que, en conjunto, el sector público, el privado y el tercer sector movilicen los recursos necesarios para garantizar escenarios de mayor equidad, desarrollo y crecimiento socio-productivo de los países y sus poblaciones. 

Según un relevamiento del Grupo de Fundaciones y Empresas, el 88% de las organizaciones aportan parte de su inversión social privada (ISP) a algún aspecto vinculado con la educación. Pero los presupuestos varían mucho y también se distribuyen en diferentes prioridades, siendo la educación secundaria, con el 71%, la que ocupaba en 2021 el mayor porcentaje de inversión, al igual que la formación para el trabajo (41%). 

Pero lo que cada vez más tienen en común es que la tecnología termina ocupando un lugar central en sus programas. No sólo porque se utiliza para potenciar los alcances de las implementaciones, sino también porque resulta clave apostar al desarrollo de habilidades para mejorar la empleabilidad de los jóvenes. 

No obstante, no toda inversión es pertinente si no se tienen en cuenta las características del lugar en el que se implementará una iniciativa determinada. Para obtener los resultados esperados, es fundamental que los sectores dialoguen entre sí, compartan diagnósticos y partan de la realidad de cada contexto. Para ello, los agentes de articulación tienen un rol clave para potenciar sistemas virtuosos de colaboración. 

Universidades, polos tecnológicos, el tercer sector, la industria, empresas privadas, los gobiernos y cámaras tecnológicas; estamos convencidos de que en conjunto podemos desarrollar propuestas de educación y tecnología que transformen la vida de las personas, incluyendo docentes, estudiantes y directivos. 

Quienes toman el rol de articular esfuerzos se encargan de conectar las necesidades y problemáticas, y de vincular a los actores locales con las propuestas desarrolladas por empresas y organizaciones de la sociedad civil. De ese modo, se pueden trabajar en esquemas de alianza para generar impacto y acompañar a las nuevas generaciones para que estén mejor preparadas para el futuro. 

No sólo en Argentina, sino en toda la región y el mundo, el desafío es lograr que los proyectos sean escalables, sostenibles, pertinentes y puedan abordar las problemáticas actuales de la educación: trayectorias discontinuas, baja calidad en los aprendizajes, abandono escolar, escasa articulación con el mundo del trabajo. A través de la cooperación mutua y de la generosidad que cada actor tiene, potenciaremos la apropiación de las tecnologías digitales y la implementación de propuestas pedagógicas significativas para transformar la vida de las personas. 

Por Natalia Jasin, fundadora y directora de Bounty EdTech 

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