(GLOBAL).- En la Cámara de Diputados de Argentina, comenzaron a analizarse entre los asesores los proyectos presentados por los legisladores del oficialismo, Hugo Yasky y Claudia Ormachea, que apuntan a reducir las horas de la jornada laboral, sin que esto implique una reducción de los derechos adquiridos por los trabajadores, incluyendo el salario percibido.
Los proyectos cuentan con estado parlamentario y fueron remitidos para su evaluación al grupo de asesores de diputados que son parte de la Comisión de Legislación del Trabajo, que conduce la oficialista Vanesa Siley.
Cabe destacar que las iniciativas buscan modernizar la norma vigente en el país, que data de 1929 y que se pretende adecuar a los debates mundiales.
Cuáles son los proyectos actuales
Actualmente, hay dos proyectos con estado parlamentario que se refieren a la reducción de la jornada laboral. El de Hugo Yasky fue presentado el 25 de septiembre de 2020 y tiene también las firmas de sus pares Pablo Carro, Blanca Osuna, Fernanda Vallejos, Rosana Bertone, Patricia Mounier, Gladys Medina, Mónica Macha, Gabriela Cerruti, Itai Hagman, Claudia Ormachea y Juan Carlos Alderete.
La iniciativa modifica las leyes 11.544 y 20.744. Precisamente sustituye el artículo 1° de la Ley 11.544 estableciendo que “la duración del trabajo no podrá exceder de 8 horas diarias o 40 horas semanales para toda persona ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas, aunque no persigan fines de lucro. No están comprendidos en las disposiciones de esta ley los establecimientos en que trabajen solamente miembros de la familia del jefe, dueño, empresario, gerente, director o habilitado principal”.
Asimismo, agrega ese artículo que “la limitación establecida por esta ley es máxima y no impide una duración del trabajo menor de 8 horas diarias o 40 semanales para las explotaciones señaladas”.
El proyecto establece además que “no podrá ocuparse a personas de 16 a 18 años en ningún tipo de tareas durante más de 6 horas diarias o 36 semanales. La distribución desigual de las horas laborables no podrá superar las 7 horas diarias. La jornada de las personas menores de más de 16 años, previa autorización de la autoridad administrativa laboral de cada jurisdicción, podrá extenderse a 8 horas diarias o 40 semanales”.
El proyecto de Claudia Ormachea es más reciente -data del 2 de marzo de 2022-, pero en rigor de verdad ella ya había presentado una iniciativa en ese sentido en noviembre de 2020 junto a su par tucumano Carlos Cisneros.
Esta iniciativa es más extrema, pues establece que “la duración del trabajo no podrá exceder de 6 horas diarias o 36 semanales para toda persona ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas, aunque no persigan fines de lucro”.
La norma no comprende a los trabajos en los establecimientos en que trabajen solamente miembros de la familia del jefe, dueño, empresario, gerente, director o habilitado principal. Agrega el proyecto que “la limitación establecida por esta ley es máxima y no impide una duración del trabajo menor de 6 horas diarias o 36 semanales para las explotaciones señaladas”.
También el artículo 1° señala que “la jornada máxima diaria salubre podrá ser ampliada a 7 horas diarias siempre que las tareas se desarrollen exclusivamente entre lunes y viernes”.
El artículo 2° del proyecto de Ormachea establece que “la jornada de trabajo nocturno no podrá exceder de 5 horas y 15 minutos, entendiéndose como tal la comprendida entre las 21 y las 6 horas”. Para casos de lugares insalubres, la duración del trabajo no deberá exceder de 4 horas y media diarias o 27 semanales.
En el Senado, también proyectos que van en el mismo sentido, como el que presentó el jujeño Guillermo Snopek en agosto de 2021, que también limita la duración de la jornada a 6 horas diarias o 36 semanales; en tanto que ya perdió estado parlamentario una iniciativa del puntano Daniel Pérsico presentada en 2017.
También en 2017 el diputado (MC) Héctor Recalde presentó un proyecto para reducir el horario de trabajo de los menores de edad, en tanto que Facundo Moyano impulsó en noviembre de 2017 un proyecto de disminución dela jornada laboral a 40 horas semanales.
Mientras tanto, la multinacional japonesa Ricoh anunció que lleva adelante un proyecto piloto en Latinoamérica para reducir la jornada laboral a 4 días de trabajo, para 200 empleados, sin que sus sueldos se vean afectados. La experiencia comenzó el 1 de julio y durará dos meses, en catorce filiales de la región.
De esta manera, la compañía se convierte en una de las primeras en esta región en probar los beneficios de las jornadas reducidas de trabajo, al igual que otras multinacionales que obtuvieron resultados positivos en cuanto a productividad, innovación y bienestar de los empleados, según un comunicado de la empresa.
Para asegurar mantener el alto nivel de servicios al cliente, el día libre se rota por persona: para algunos será el viernes y para otros el lunes.
Reducción de jornada laboral: escenario y proyecciones
Qué dicen los especialistas
Por su parte, Mauricio Muñoz, Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales y Analista del Observatorio Laboral de O’Higgins, expresó respecto a la reducción de la jornada laboral: “Se vuelve necesario ampliar la discusión y, al mismo tiempo, considerar la disminución de la jornada laboral como una oportunidad para avanzar en mejorar las condiciones de trabajo y vida de las personas, ya que, por un lado, será un aumento proporcional inmediato de los salarios respecto del tiempo dedicado al trabajo y, además, a la vez, permitirá liberar de la sujeción productiva a los trabajadores, entregándoles la posibilidad de disfrutar de tiempo libre en espacios extralaborales. Pero también, por otro lado, potencialmente, promoverá mayores niveles de productividad en las empresas. Es decir, al contrario de lo que plantea el sentido común, pasar de 45 a 40 horas semanales, en vez de mermar la productividad, si lo hacemos bien, puede aportar a su crecimiento”.
En tanto, en un panel de Chile sobre la reducción de la jornada laboral, Juan Bravo, académico de la Universidad Diego Portales y director del Observatorio del Contexto Económico UDP, expresó: “Un proyecto como este tiene beneficios y costos”.
Respecto a los beneficios, el experto subrayó que la evidencia muestra que el mayor beneficio es que se reduce la fatiga, los errores, la accidentabilidad y cae el ausentismo, y eso se asocia a mejor salud. “Desde esa línea, uno podría esperar mayor productividad con una fuerza laboral más saludable, y otro beneficio derivado de esto es el gasto en salud, el cual podría verse reducido”, dijo.
Respecto a los costos, Bravo sostuvo que una reducción de la jornada a 40 horas semanales, manteniendo inalteradas las remuneraciones, implicaría un aumento del costo salarial por hora de 12,5% por cada trabajador. “Sin embargo, hay algunos factores que amortiguan el alza del costo”, agregó.
“La mayoría de los países que han reducido su jornada han agregado medidas de adaptabilidad, y la que más destaca es que han cambiado desde una jornada semanal a una jornada promedio semanal. Eso permite adecuarse de mejor manera, hay periodos donde, por ejemplo, hay mayor demanda y ahí se puede decir que, en promedio, se trabaja 40 horas, pero hay semanas donde se va a necesitar 45 horas y eso se compensa después con jornadas, por ejemplo, de 35 horas” explicó.
El asunto tiene varias complejidades. Una, que enfrenta los intereses de los empleadores y de los empleados. Otra consiste en que se basa en el ejemplo del mercado laboral europeo, cuyas jornadas llevan años siendo cortas, pero en condiciones muy diferentes.
Además, al decir del doctor en Ciencias Sociales, Héctor Lucena, «es errático hablar del sistema laboral porque no hay uno, sino varios». En esta idea lo secunda el presidente de la Cámara de la Producción y del Comercio Biobío en Chile, Álvaro Ananías, para quien los economistas suelen hacer cálculos generalistas. Estos, según él, ignoran una realidad del sistema productivo: reducir la jornada tiene efectos fuertes en las empresas altamente intensivas en mano de obra —un porcentaje elevado en los costos de producción—, y débiles en las que no tienen marcado ese componente.
Lucena, profesor de la Universidad de Carabobo, Venezuela, con énfasis en relaciones del trabajo, señaló a CONNECTAS que reducir la jornada abre el riesgo de que las empresas pequeñas y medianas, ante la incapacidad de sostenerse, decidan sacrificar a los empleados más frágiles, como los más viejos o los que ganan más.
Por otra parte, reformas como estas tienen la debilidad de que solo impactan a los empleados formales, que cumplen horario y gozan de protección social. Por fuera quedan cuentapropistas e informales, cerca de la mitad de la fuerza laboral en algunas economías. Pese a esto, estas medidas constituyen un avance hacia la meta trazada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de laborar un máximo de 40 horas semanales.
Álvaro Ananías, dirigente gremial chileno, indicó que, a los empresarios, también en este tema los ronda el fantasma del encarecimiento de los costos de producción. Esto, a juicio del chileno Ananías, empobrece a la población porque, a la larga, ella paga las alzas en la cadena productiva. Calcula que, en una compañía como la suya —de tecnologías de información, altamente intensiva en mano de obra y cuya nómina es el 90 % del costo total de producción—, un recorte de cinco horas semanales costará cerca de 11 % más. En ese caso la empresa tendría que trasladar la diferencia a sus clientes y estos, a su vez, la pasarían a los consumidores finales.
Sin embargo, los temores de los industriales y comerciantes por la baja de productividad, el encarecimiento de la nómina y la rigidez del sistema de contratación son, en muchos casos, infundados. Juan Felipe Parra, investigador del Semillero de Trabajo y Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, en Bogotá, recuerda que en países como el suyo la ley laboral tiene múltiples excepciones. Estas, por ejemplo, exoneran a los patronos de pagar horas extras, recargos nocturnos o dominicales en diversos puestos de trabajo.
Casos globales de reducción horaria
La prueba en Islandia consistió en reducir la semana laboral de 2.500 trabajadores de distintos sectores públicos a 36 horas, con resultados que mostraban una mejoría en la satisfacción personal de los involucrados, en su desempeño y la conciliación entre su vida doméstica y su trabajo. Desde el final de las pruebas, casi el 86% de los trabajadores en sindicatos islandeses han modificado su régimen para hacer menos de 40 horas semanales.
Grandes compañías también han hecho pruebas a menor escala con esta modalidad, como los establecimientos de Unilever en Nueva Zelanda o las oficinas de Microsoft en Japón.
También en España hay algunas compañías que han apostado por la semana laboral de cuatro días sin reducir los salarios de sus empleados, como la cadena de restaurantes La Francachela, que ha dado beneficios en los dos últimos años, así como la empresa de software Delsol, de Jaén, que ha reducido el ausentismo e incrementado su facturación, y, como un ejemplo de una compañía extranjera en el país, la multinacional alemana CIB Group, con filiales en Valencia y Las Palmas de Gran Canaria.
A su vez en Sri Lanka, golpeada por la crisis, el concepto se trata más de hacer frente a una escasez agobiante de alimentos y combustible.
El país del sur de Asia, que lucha contra la escasez en medio de su peor crisis económica en décadas, anunció el martes que los trabajadores del sector público tendrán los viernes libres durante los próximos tres meses, sin recortes salariales, para que tengan tiempo de hacer crecer sus propios cultivos.
“Parece apropiado otorgar a los funcionarios del gobierno un permiso de un día hábil para que realicen actividades agrícolas en sus patios traseros o en otros lugares como una solución a la escasez de alimentos que se espera”, dijo el martes el Departamento de Información Gubernamental.
Varios países latinoamericanos discuten sobre reducir la jornada laboral y algunos como Venezuela por estos días ya celebran la primera década de acortar de 44 a 40 las horas semanales trabajadas. En Chile, algunos diputados proponen bajar de 45 a 39 horas; en México, más que restar tiempo a las 48 horas, buscan trabajar 4 días y descansar 3 y en Argentina, la intención es pasar de 48 a 40 o a 36 horas.
En el caso de Chile se trata de uno de los países en la OCDE que cuenta con más cantidad de horas de trabajo. En la discusión pública se observan distintas posturas sobre el proyecto de ley que propone reducir la jornada laboral a 40 horas, de las 45 horas semanales que rigen actualmente.
Se postula que la reducción de la jornada laboral implicaría un aumento del costo salarial por hora y, con esto, la posibilidad de que se incremente el desempleo; pero también se argumenta que esta iniciativa está en línea con la promoción del trabajo decente, que garantice a las trabajadoras y los trabajadores un ingreso justo, un ambiente de trabajo seguro, el reconocimiento de los derechos laborales individuales y colectivos, la protección social, y la mejora en la calidad de vida.
Por otra parte, Colombia avanza en la reducción de la jornada laboral actual de 48 horas semanales, a 42. La iniciativa plantea que la reducción sea gradual, es decir, cada año se bajarían 2 horas de la jornada actual, desde 2023 y hasta 2026, hasta llegar a las 42 que prevé la ley.