(GLOBAL).-Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entregado a los ministros de finanzas y a los gobernadores de los bancos centrales del G20 en el marco del encuentro en Indonesia esta semana, todos los países del G7, la Unión Europea, varios del G20 y muchas otras economías ya han programado planes para introducir las normas de impuesto mínimo mundial del 15% en sociedades.
La OCDE confirmó este lunes que la medida presenta un “ligero retraso” que impedirá que entre en vigor en 2023, como estaba previsto, retrasando su implementación al menos hasta 2024.
“Se trata de negociaciones complejas y muy técnicas en relación con algunos conceptos nuevos que reforman fundamentalmente los acuerdos fiscales internacionales, para hacerlos más justos y funcionar mejor en una economía mundial cada vez más digitalizada y globalizada”, indicó el secretario general de la organización, Mathias Cormann, en un informe dirigido a los ministros de Finanzas del G20 antes de la reunión que mantendrán en Indonesia este fin de semana.
De acuerdo con el documento entregado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a los ministros del G20, los avances de este programa en el Pilar Uno que presenta una versión preliminar completa del modelo de normas técnicas para aplicar una nueva potestad tributaria que permitirá a las jurisdicciones del mercado gravar las ganancias de algunas de las mayores empresas multinacionales.
Este informe ahora se someterá a consulta pública hasta mediados de agosto. Luego, el Marco Inclusivo tendrá como objetivo concluir un nuevo Convenio Multilateral para mediados de 2023, a fin de que entre en vigor en 2024.
Los Estados firmantes pretenden que la nueva fiscalidad, que fue ideada en un principio para los gigantes digitales, ayude a evitar que estas empresas sigan ejecutando complejos entramados fiscales para pagar menos impuestos con el desarrollo de su actividad, alojando de forma artificial su declaración de beneficios en las regiones en las que pagan menos tributos, si no en paraísos fiscales.
Este impuesto, según explica la OCDE, afectaría a todas las firmas con una facturación global conjunta de más de 20.000 millones de euros anuales, con una rentabilidad por encima del 10%.
Según cálculos de la OCDE, el Pilar Dos, con su impuesto mínimo del 15%, generará anualmente 150.000 millones de dólares (147.264 millones de euros) en ingresos fiscales al año en todo el mundo, mientras que el Pilar Uno reubicará 125.000 millones de dólares (122.720 millones de euros) de beneficios procedentes de las 100 mayores multinacionales del mundo.
El objetivo de los principales impulsores de esta ‘revolución fiscal’, entre los que se encuentra la secretaria del Tesoro estadounidense y expresidenta de la Reserva Federal (Fed), Janet Yellen, es evitar el denominado dumping fiscal con el que las grandes multinacionales crean complejas estructuras societarias para limitar al máximo el pago de impuestos, tributando sus beneficios en los países con mayores ventajas fiscales.
El impuesto llegaría, además, en un momento clave en el que los Gobiernos necesitan mantener la mejora de la recaudación para financiar el esperado incremento del gasto provocado por la crisis energética. Según un reciente informe de Tax Justice Network, los Estados a nivel mundial dejan de ingresar 360.000 millones de euros al año por la evasión y los abusos fiscales de los grandes grupos corporativos.
En 2020, por ejemplo, la recaudación por Sociedades cayó un 27% en España, al calor de la caída de los beneficios empresariales durante la crisis, hasta apenas superar los 17.000 millones de euros. La cifra superaba los 44.000 millones en 2007.
Todos los países del G7, la Unión Europea, varios del G20 y muchas otras economías ya han programado planes para introducir las normas de impuesto mínimo mundial del 15% en sociedades.
“Seguiremos trabajando lo más rápido posible para finalizar este proyecto, pero también usaremos todo el tiempo que sea necesario para que las normas sean correctas. Estas normas determinarán nuestros regímenes fiscales internacionales durante las próximas décadas. Es importante que sean idóneas”, concluyó Cormann.