(ARGENTINA) Para entender este universo cambiante, conversamos con Martín Eliçagaray, especialista en Tecnología aplicada a la Propiedad Horizontal y Founder de Simple Solutions, quien ofrece su perspectiva sobre la situación actual y traza un mapa tan realista como urgente de los principales problemas que afectan a quienes viven en propiedad horizontal o en urbanizaciones cerradas.
A la cabeza de los conflictos se ubican los ruidos molestos. «No hablamos sólo del típico vecino que pone música fuerte», advierte Eliçagaray–. «Hoy, el ruido viene de múltiples fuentes como máquinas de gimnasio en pisos altos, niños en clases de música por zoom o herramientas eléctricas de reformas, Lo peor es cuando ocurre todo eso en horarios de descanso».
Otro problema son las mascotas. Hay que decir que hay edificios donde hay más perros que niños. «El conflicto se da entre quienes los aman, quienes los toleran y quienes los rechazan frontalmente. Sumemos ladridos nocturnos, pelos en ascensores, o perros sueltos en espacios comunes, detalla el especialista.
Luego, la disputa por espacios comunes es mas frecuente de lo que se cree. «El SUM, la pileta, el quincho, las parrillas. Todo lo compartido se volvió campo de batalla, sobre todo en edificios con amenities que ahora funcionan como válvulas de escape social», dice. Las reservas se agotan, los turnos se pelean y los criterios de uso se discuten a diario.
Por otro lado, y el más importante de todos, está el tema de la seguridad. El especialista señala que «cada vez más consorcios evalúan reemplazar a los porteros tradicionales por sistemas digitales o vigilancia tercerizada. Esto genera tensiones gremiales, pero también debates éticos y afectivos».
En este mismo sentido, Eliçagaray hace hincapié en señalar el tema de los accesos no autorizados ya que, según explica, muchos consorcios sin sistemas de control de acceso, ponen en riesgo la seguridad de los vecinos al permitir la entrada de personas no autorizadas, como trabajadores o incluso desconocidos. Y advierte que “a veces no solo se trata de las puertas principales, sino de áreas comunes como el SUM, el gimnasio o la piscina”.
“La falta de controles adecuados puede llevar a que personas ajenas al consorcio accedan a estos espacios comunes y generen conflictos por el uso no autorizado”, remarca.
Por otro lado, indica el problema que conlleva contar con sistemas obsoletos o carentes de mantenimiento. “Los sistemas de control de acceso que no se actualizan con frecuencia o que no se mantienen en condiciones adecuadas pueden dejar de ser funcionales”, asegura.
En otro orden, aparece el valor de las expensas. «Luz, gas, limpieza, seguros, mantenimiento. Las expensas suben incluso en edificios sin amenities. Lo que antes era manejable hoy se volvió una carga insostenible para muchas familias», analiza
No es menor, el tema de los alquileres temporarios. Eliçagaray señala que Airbnb llegó para quedarse. “Otro gran argumento para que los edificios utilicen sistemas de control de ingreso para intentar llevar el mejor control de los alquileres temporarios”
Por último, destaca la falta de participación en las asambleas. «Muchos vecinos no se involucran. Delegan. Y eso lleva a decisiones poco consensuadas, a gestiones ineficaces o, peor aún, a conflictos judiciales», concluye