De acuerdo con Zampone, «para el propietario, la rentabilidad hoy está en su mínimo histórico y para el inquilino, el alquiler y las expensas se llevan en algunos casos más del 50% de su salario. La gran pregunta es entonces quién es el culpable. La respuesta es inequívoca: la inestabilidad económica y la maldita inflación».
«El Estado lo único que debe procurar es que el inquilino tenga un salario justo, un trabajo estable y que no pierda poder adquisitivo. También debe volcar sus esfuerzos el reactivar el crédito para que un gran número de inquilinos puedan acceder al techo propio. La pérdida de poder adquisitivo y la falta de créditos aleja el sueño de la casa propia e incrementa la demanda de alquileres«, remarcó.
«Cuando el Estado interviene, lo único que logra es retraer la oferta. Ante la inevitable escasez de viviendas, los precios de las unidades suben, exactamente lo contrario al objetivo promovido», concluyó.